9/2/11

Cuando el libro viajaba en Metro

Estoy convencido de que el problema de los bajos índices de lectura en México se debe, además de las erráticas políticas oficiales, a la inaccesibilidad del libro en el país.
En todo el territorio nacional hay, si acaso, mil 500 puntos de venta de libros (incluidos librerías públicas, privadas y universitarias, y cadenas comerciales), algo así como uno por cada 7 mil 300 habitantes.
De las bibliotecas mejor ni hablamos.
¿Cuántas misceláneas hay en el país que viven sobre todo de la venta de alimentos chatarra? No lo sé, pero sin duda más de una por cada 7 mil 300 habitantes. Es más: hasta la primaria más marginada de la Ciudad de México tiene su “cooperativa” que ofrece estos productos.
En casi todos los centros colectivos –entiéndase empresas, escuelas o espacios públicos– hay una máquina expendedora de refrescos y alimentos industrializados, pero no hay un artefacto similar en el que por unas monedas se despache un libro.
Que cuando la gente tiene acceso al libro lee lo demuestran experiencias como la campaña “Para leer de boleto en el Metro”, que se inició en 2004, pero que por la consabida miopía oficial se mantiene suspendida de 2009 a la fecha.
En los cinco años que funcionó esta campaña impulsada por la Secretaría de Cutura de la Ciudad de México se editaron 10 antologías de cuento, poesía, teatro y crónica, con un tiraje total de un millón 450 mil ejemplares, que se ponían a disposición de los usarios del Sistema de Transporte Colectivo-Metro en las entradas de las estaciones con más afluencia.
Se supone que la dinámica consistía en que el usuario del Metro tomara una antología, la leyera en el trayecto y luego la depositara en un espacio determinado a la salida de la estación para que otro la tomara. Lo cierto es que pocos se ciñeron a esas reglas y a los pocos días de exhibidos los ejemplares se esfumaban.
Aun así, la Secretaría de Cultura calcula que, en conjunto, 6 millones de personas accedieron a esos materiales de lectura.
La originalidad de este programa de fomento a la lectura llevó a gobiernos de ciudades españolas, colombianas, brasileñas y costarricenses a conocer el proyecto para replicarlo en sus respectivas urbes.
Más aún, la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica consideró el plan “una de las iniciativas de fomento a la lectura más innovadoras y con mayor impacto” en la región.
El éxito de “Para leer de boleto en el Metro” llevó al Gobierno del Distrito Federal a emprender variantes, como “Sana, sana... leyendo una plana”, consistente en acercar antologías de textos literarios a pacientes de hospitales para que lean durante su convalecencia; “Letras en guardia”, para los policías capitalinos, y “Letras en llamas”, para los bomberos.
Así como periódicos gratuitos, como Publimetro, subsisten de la publicidad, ¿no podría el gobierno asegurarse unos patrocinadores que subvencionaran antologías que se regalaran en espacios públicos? Verían cómo los niveles de lectura mejorarían.
Pero esos son sueños guajiros. La lectura, en realidad, no es prioridad de nuestros gobernantes.

Antologías de "Para leer de boleto en el Metro":
http://www.cultura.df.gob.mx/Enlaceindex.php/component/content/article/305-antologias-de-boleto

Antologías de "Sana, sana... leyendo una plana":
http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/component/content/article/68-fomento/148-sanasana
Antologías de "Letras en guardia":
http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/component/content/article/68-fomento/149-letrasguardia
Antologías de "Letras en llamas":
http://www.cultura.df.gob.mx/index.php/component/content/article/68-fomento/283-letras-llamas

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