José Vasconcelos, el mejor secretario de Educación Pública que ha tenido México, sabía que el acceso al libro era prioritario para superar el analfabetismo y la ignorancia.
Qué caso tiene que la gente sepa leer sino tiene libros (de calidad) para hacerlo, se planteaba con impecable claridad el educador.
Por eso la edición de libros fue la prioridad tanto en su rectorado en la entonces Universidad Nacional de México como en la titularidad de Educación Pública.
Vasconcelos impulsó una colección de 17 clásicos (de los 50 originalmente proyectados), entre los que se incluyeron las épicas homéricas Ilíada y Odisea, las tragedias de Esquilo y Eurípides, los Diálogos de Platón, las Vidas paralelas de Plutarco, las Eneadas de Plotino, la Comedia de Aligheri, el Fausto de Goethe, etcétera.
Tan memorable como la colección anterior resultan las antologías Lecturas clásicas para niños y Lecturas para mujeres, preparada ésta por Gabriela Mistral.
Sobre Lecturas clásicas para niños, glosa Felipe Garrido en una conferencia pronunciada el 8 de octubre de 2009 en la Academia Mexicana de la Lengua, durante un homenaje a Vasconcelos:
"Los dos tomos de Lecturas clásicas para niños son uno de los más hermosos libros que se han producido en México. Se quería ofrecer un manual de lectura que no quedara por debajo de las posibilidades de la imaginación infantil. Dice el Prólogo que la obra incluye 'las más bellas ficciones que han producido los hombres'.
"Los textos fueron seleccionados y adaptados por dos equipos de redactores. En el primer tomo, Gabriela Mistral, quien tenía 33 años en 1922; Palma Guillén, con 24; Salvador Novo, que era el más joven de todos, con 18 años, y José Gorostiza, de 19. En el segundo, Jaime Torres Bodet, que tenía 20; Francisco Monterde, con 28; Xavier Villaurrutia, de 19, y Bernardo Ortiz de Montellano, de 23. Las primorosas ilustraciones son de Roberto Montenegro, el mayor de todos, con 35 años –sin contar a Vasconcelos, que tenía 41–, y Gabriel Fernández Ledesma, de 22. Otros jóvenes como ellos se ocupaban de reconstruir el país [...]
"Los dos tomos incluyen leyendas de la India; cuentos de Las mil y una noches; pasajes bíblicos; episodios de la mitología griega, de la Ilíada y de la Odisea; el Cid y el Quijote; leyendas francesas y alemanas de la Edad Media; un milagro de San Francisco de Asís; El rey Lear y La tempestad; cuentos de hadas; leyendas prehispánicas; episodios del descubrimiento de América y la caída de Tenochtitlan; vidas de los insurgentes de Iberoamérica; cuentos de Tolstoi, Wilde, Tagore y Schwob. La literatura del mundo, seleccionada, adaptada e ilustrada por una chilena y nueve mexicanos."
Dice también Garrido:
"Volver la vista al pasado nos obliga a evaluar el presente. Contrasta aquella proporción con la que existe en las actuales Bibliotecas de Aula, donde 80 de cada cien libros son de escritores, adaptadores, traductores, ilustradores y diseñadores extranjeros. En este programa, el gobierno mexicano ha dado la espalda a los artistas e intelectuales mexicanos, para patrocinar a intelectuales y artistas que viven y trabajan en otras naciones. Las Bibliotecas de Aula son un programa suicida. Un programa que contradice el empeño de Vasconcelos y de los jóvenes que lo rodeaban por construir un país próspero y soberano."
El plan de lectura de Vasconcelos –con la reproducción de miles de ejemplares de clásicos, antologías, manuales y tratados desde las imprentas oficiales– encrespó a más de un editor comercial que acusó competencia desleal del gobierno.
Vasconcelos solía replicar a los dueños de las editoriales que sus materiales formarían lectores de los que luego se beneciarían ellos.
¿Qué nos lega esta experiencia de Vasconcelos? Que la obligación de un Estado es acercar libros de calidad a la población, sin escatimar en esfuerzos ni recursos; que los programas de fomento a la lectura deben centrarse no tanto en la cantidad, sino en la calidad de lo que se lee, y que mientras los materiales de lectura no lleguen a cada escuela, lugar de trabajo y hogar persistirán el analfabestismo funcional, el consumo de publicaciones chatarras y la predominancia de la basura audiovisual.
"¿Cuándo tendrá México los lectores que necesita?", se pregunta Felipe Garrido. "Cuando la Secretaría de Educación Pública reconozca que no es suficiente con alfabetizar a la población que cursa los diez años de educación obligatoria. Cuando la Secretaría de Educación Pública decida que su tarea no está completa si esos diez años de estudio no tienen como resultado lectores formados".
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