Las instituciones y
autoridades educativas muestran poco interés por fomentar la escritura, al
menos en comparación con el que manifiestan por el fomento de la lectura, no
obstante que ambas son "dos caras de una misma moneda". Casi de
manera permanente, apoyadas también por intereses privados, algunos
mercantiles, se desarrollan campañas y concursos de promoción de la lectura,
pero no de la escritura. Del mismo modo, tanto la prueba Enlace aplicada por la
SEP, como la prueba Pisa de la OCDE, abarcan la lectura, pero no la escritura.
Como se sabe, en la práctica estas pruebas estandarizadas y punitivas
reorientan los esfuerzos educativos de maestros y escuelas, y en consecuencia
el aprendizaje de los estudiantes. Este descuido de las autoridades por la escritura
se traduce, por supuesto, en los estudiantes, en un pobre desarrollo de las
habilidades para escribir, pero también en una gran limitación para el
desarrollo de la lectura, puesto que la lectura completa es la decodificación,
análisis y juicio de un escrito; es imposible "leer bien" si no se ha
tenido la experiencia de haber escrito y enfrentado los múltiples retos
implicados en la producción de un texto.
La escritura es la revolución cultural más
importante en la historia de la humanidad. Sin la escritura no existirían ni la
ciencia ni la cultura ni la tecnología moderna. Como ningún otro medio, la
escritura permite concatenar ideas una tras otra, generándose así textos,
argumentaciones y discursos sólidos y coherentes, lo cual hace posible un conocimiento
integrado y profundo de los fenómenos y las cosas. La escritura es una
maravillosa y fecunda tecnología de la palabra, esto se tiene presente. Pero no
se valora el que la escritura es también una "tecnología del
pensamiento" e incluso una "tecnología de la conciencia". Se
reconoce a la escritura como un medio valiosísimo y eficacísimo para almacenar
y transmitir información (en el espacio y en el tiempo), pero se olvida que
enriquece de manera considerable la reflexión y la introspección. La escritura
nos ayuda incluso a aclarar, entender y valorar nuestras propias experiencias,
emociones y sentimientos.
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