13/11/13

El futuro de las humanidades, ¿desde qué perspectiva?


El estudio de las humanidades ha tenido desde su inicio el objetivo de mejorar las condiciones del ser humano, pero da la impresión de que en el siglo XXI han ido perdiendo terreno en el proceso de adaptación a los cambios paradigmáticos en la educación y de lo que se entiende hoy por adquisición del conocimiento. Además, se ha cuestionado la utilidad del estudio de las humanidades señalando que no tiene aplicaciones prácticas y sólo sirve para el enriquecimiento del espíritu.
Ante esta problemática que planteó la doctora Tatiana Sule Fernández en su ponencia este martes 12 de noviembre en el Instituto de Investigaciones Filológicas, realizó un breve, pero sustancioso, análisis de la perspectiva que han tenido diversos humanistas desde el Renacimiento sobre la necesidad y utilidad de las humanidades, durante el cual mencionó la visión del filósofo como alguien que no acepta la regla pasivamente sino que investiga para tomar decisiones al respecto; rescató la idea de la educación como un instrumento de justicia social y la visualización que se tenía en el siglo XVIII de la felicidad como un bien social.
En su defensa de la importancia de las humanidades en la actualidad, la doctora Sule indicó que éstas se crean y recrean constantemente por medio del lenguaje y nos ayudan, entre muchas otras cosas, a tener una comprensión más profunda de lo que pasa, a detectar mentiras y medias verdades, a encontrar la palabra adecuada en el momento adecuado -es decir, a comunicar-, a procurar tener un compromiso verdadero, amistades entrañables y a vivir plenamente.
Después recurrió al filósofo y sociólogo francés Edgar Morin  para enfatizar que, en la actualidad las humanidades siguen siendo necesarias para realizar exámenes y estudios de la complejidad humana, así como enseñar la comprensión y la ética del género humano, puesto que existe una necesidad de concientizar sobre una ciudadanía terrenal que deje claro a los ciudadanos que las especies no son inseparables y se debe reconocer el lugar que tenemos en nuestro entorno. Recalcó que no debemos pensar que somos el centro de ese todo, sino un elemento más, por lo que debemos interactuar de manera armónica en el lugar donde nos tocó vivir.
Ante este panorama, las humanidades tienen el deber de salir al encuentro de la humanidad respecto a las culturas, y los seres humanos –en palabras de Diderot- ‘la obligación de ser felices sin dañar a los otros’.
En respuesta a las preguntas de los asistentes, la doctora señaló que la forma de escribir y descifrar los mensajes a través de medios electrónicos, sobre todo de los jóvenes, requiere de un proceso mental complejo, por lo que es un prejuicio pensar que quien abrevia y emplea ‘emoticones’ no sabe razonar, ya que este tipo de comunicación sí se rige por un código.

Afirmó también que el docente debe tener vocación y pensar que puede colaborar y que, a pesar de los contenidos, pondrá todo de su parte para ayudar a sus alumnos en el proceso educativo.


 

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